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Noble, Leal y Fidelísima Ciudad de Ceuta

Los tres títulos que ostenta Ceuta, todos otorgados por el Rey Felipe IV en el siglo XVII, son los de «Noble, Leal y Fidelísima» Ciudad de Ceuta.

Ceuta es conquistada por los portugueses en 1415 gobernando el Rey Juan I de Portugal.
La ciudad fue reconocida como portuguesa por el Tratado de Alcáçovas y el Tratado de Tordesillas.

En 1578 en la batalla de Alcazarquivir muere el rey Sebastián I de Portugal dejando el trono de Portugal sin descendientes.
En 1580 Felipe II de España es reconocido como rey de Portugal uniéndose la península ibérica en un solo reino.
Ceuta se incorpora a España en 1580, jurando fidelidad a la corona española.

Esta unión entre España y Portugal duró sesenta años, hasta que en diciembre de 1640 se subleva el Duque de Braganza y se proclama Rey de Portugal. Así comenzó una guerra entre España y Portugal.

1641, el primer plebiscito de la historia

En 1641 los habitantes de Ceuta se enfrentan a su Gobernador, D. Francisco de Almeyda, favorable al Duque de Braganza y proclaman su adhesión al Rey Felipe IV de España.
Los ceutíes envían a Madrid a uno de sus más destacados ciudadanos, el sacerdote Simón Lobo que fue recibido por el Conde-Duque de Olivares y tras esa audiencia el 05 de febrero de 1641 Felipe IV destituye a Francisco de Almeyda y nombra Gobernador de Ceuta al castellano D. Juan Fernández de Córdoba, Marqués de Miranda de Anta.
El 20 febrero de 1641 Felipe IV dirigió una Carta a la ciudad de Ceuta, en la cual, a la vista de «la fineza con que los caballeros de esa ciudad se han comportado» la honraba con «el título de NOBLE y LEAL, para que quede en memoria su procedimiento y fidelidad».

Fidelísima Ciudad

A finales de 1655, los ceutíes sintiéndose marginados y discriminados, dirigen un extenso «Memorial al Reino de Castilla reunido en Cortes», en el cual solicitaban «que Castilla la abrigue, para que por su misma naturaleza viva este miembro desmembrado de la cabeza y cuerpo lusitano», alegando que era necesario solucionar tan trascendental cuestión, por cuanto los naturales de Ceuta eran llamados «perros castellanos» en Portugal, y «perros portugueses» en Castilla, sin que hubiese tenido el efecto deseado un Real Decreto de 29 de febrero de 1644, en el que se otorgaba merced a la ciudad y a los hijos de Ceuta «de que sean naturales de estos Reinos de Castilla», pues dicha disposición carecía de vigor, al faltar el necesario refrendo de las Cortes.
Felipe IV el 30 de abril de 1656 expide una Carta de Naturaleza a la Ciudad de Ceuta en la que hace constar que «como Rey y Señor natural tengo en mi intención, y voluntad deliberada, que la dicha ciudad de Ceuta se pueda llamar e intitular, llamarse e intitule por escrito y de palabra la FIDELISIMA CIUDAD DE CEUTA: Y como tal, hágola y constituyo por propia de estos mis reinos, para que sea tenida, y estimada, como yo la tengo, y estimo por comprendida en ellos», «y en la misma forma y consiguientemente hago y constituyo con la misma plenitud de mi potestad a los hijos de la misma ciudad de Ceuta, que hoy son y en adelante fueren perpetuamente para siempre jamás, y a cada uno de por sí, naturales de estos mis dichos reinos...», añadiendo por último que «esta merced la hago atento a que el reino junto en Cortes, en las que al presente se están celebrando en la villa de Madrid, por acuerdo suyo de tres de marzo de este año, ha prestado consentimiento para ello».

La guerra entre España y Portugal finaliza en 1668, con el Tratado de Paz de Lisboa, en el que se reconocía la independencia del Reino portugués y su dominio sobre todos los territorios ultramarinos que poseía con anterioridad, con excepción de Ceuta, que quedaba en manos españolas.


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